Merill W., Paul. “Las bases para una mala redacción” en, Baena Paz, Guillermina. Redacción práctica, Editores Unidos Mexicanos, México.
Las bases para una mala
redacción
Son numerosos los libros
y artículos sobre una buena redacción, pero ¿dónde puede uno encontrar consejos
prácticos y seguros sobre cómo escribir mal? Una mala redacción es tan común
que cualquier persona instruida debiera saber algo acerca de ella. Muchos
científicos redactan pobremente, pero quizás sólo por intuición, sin percibir
claramente cómo logran sus resultados. Un artículo sobre las bases de la mala
redacción pudiera ayudar a que cobren conciencia del arte de escribir mal.
Todo autor se considera
bien calificado para redactar mal un artículo, ya que puede escribir mal sin
siquiera intentarlo. El estudiante promedio encuentra sorprendentemente fácil
aprender los trucos esenciales de una mala redacción, pero para hacerla en
forma congruente, deben conocerse unos cuantos principios esenciales: 1) olvide
al lector, 2) sea prolijo, vago y pomposo, y 3) no revise.
Olvide al lector
El mundo está dividido en dos grandes grupos: usted y los demás. Un poco de oscuridad o tortuosidad al redactor mantendrá a los otros a distancia segura; si se acercan pueden ver demasiado. Redacte como si escribiera un diario personal, mantenga su mente concentrada en el tema sin pensar en el lector. Usted, el tema y el lector forman un triángulo que debe evitar. Esto es fundamental; tomar en consideración la probable reacción del lector es una seria amenaza a la mala redacción; aún más, requiere de esfuerzo mental considerable. Un argumento lógico es que si usted escribe suficientemente mal, tendrá tan pocos lectores que no merecerán esfuerzo alguno. Olvide al lector siempre que pueda.
Si el título de un artículo, por ejemplo, significa algo para usted, suspenda ahí el escrito; no lo piense más; porque si el título desconcierta o desorienta al lector, usted ha ganado el primer asalto. En igual forma, el resto del artículo debe escribirlo para usted mismo, no para el lector. Practique una técnica de cara dura, manteniendo todos los hechos e ideas en el mismo nivel o dándoles el mismo énfasis, sin indicaciones sobre la importancia relativa y sin intentar una secuencia lógica. Use frases largas que contengan muchas ideas débilmente relacionadas entre sí. La conjunción “y” es el lazo de unión más frecuente en una mala redacción, ya que no indica causa o efecto, ni distingue entre las ideas principales y las subordinadas. Rara vez en la mala redacción aparecen porque o punto y coma, puesto que ambos son reemplazados por “y”. Jamás aparece punto y seguido, por lo que usted no debe emplearlo nunca, por ningún motivo, si quiere escribir mal.
Esto no es todo, necesita disfrazar las transiciones del pensamiento. Evite
palabras de conexión como además, por
otra parte, sin embargo. Si es capaz de resistir la tentación
de una señal de cambio de pensamiento, use como quiera
que sea.
Una buena oración
comienza con el sujeto o con una frase especialmente significativa. El
antecedente oculto es un truco común de la mala redacción; use un pronombre
para referirse a un nombre muy lejano, o para uno francamente subordinado en el
pensamiento o en la sintaxis; el pronombre deberá referirse a algo no expresado
directamente. Si desea realizar un pequeño juego, ofrézcale al lector como
carnada el antecedente equivocado y quedará admirado de cuán fácilmente lo
pesca.
Al olvidar al lector
evite la construcción paralela, la frase equivalente más sencilla, la cual, al
proporcionar el símil, aclara el sentido de lo escrito. No hay necesidad de
citar ejemplos, ni casos concretos que orienten la imaginación del lector para
comprender las afirmaciones generales y abstractas. Debe haber sido un alma
cándida la que dijo: “cuando el pensamiento es paralelo, hagamos las oraciones
paralelas”.
Usted sea más
complicado, inesperado e inconsecuente. Escriba: “A está relacionado con B”.
“Hay una relación entre C y D”. “Entre E y F existe una relación”. La
dificultad del lector será tanto mayor cuanto más complejas sean las oraciones
paralelas y hasta parecerá que no hay ningún paralelismo.
En cualquier escrito
técnico omita unos cuantos detalles, sobre aquellos detalles que la mayor parte
de los lectores necesitan saber. Puesto que usted tuvo que descubrir estas
cosas por el camino difícil, ¿por qué hacerlas fáciles para el lector? Evite
definir los símbolos. Nunca especifique las unidades de los datos que presenta
y, por supuesto, será cuestión de amor propio el dar valores numéricos de las
constantes en las fórmulas. Con estas omisiones algunos escritos resultarán
demasiado cortos, pero puede alargarlos explicando cosas que no necesitan
explicación.
Sea prolijo, vago y pomposo
Los pecados capitales de la mala redacción son sencillez y concisión.
Evite ser específico, esto lo limita, use bastante verborrea: incluya muchas
palabras y oraciones superfluas. Un pensamiento árido le sugiere al escritor
que la verborrea sirve en cierta forma como un pretexto o aun como un halo
místico por medio del cual puede glorificarse una idea. Una nube de palabras
sirve para ocultar los defectos de la observación o el análisis, bien por la
oscuridad que provoca o porque distrae la atención del
lector.
Introduzca nombres
abstractos en cualquier instante, diciendo por ejemplo: “La magnitud
del movimiento en
una dirección hacia abajo no es de consideración”.
Haga uso frecuente de las palabras caso,
carácter, condición, primero y último, tipo, tal, muy. Abuse de
los gerundios y empiece con ellos las oraciones más largas.
La mala redacción, como
el buen fútbol, es deslumbrante, pero no contiene información. Se usan con
frecuencia los adjetivos para aturdir al lector; no es difícil hacerlos
ostentosos o hiperbólicos; por lo menos pueden ser floridos o inexactos.
Palabrería...
En lugar de
escribir como en la Biblia: “Dad al César lo que es del César”,
Escriba: “Se deberá considerar apropiado desde un punto de vista moral o
ético, en el caso del César, proporcionar a ese potentado todos aquellos
objetos y materiales de cualquier tipo o carácter en que pueda comprobarse que
su fuente original sea del dominio del citado”. (Es lo mismo, ¿pero lo
entendió?)
En lugar de decir en el
lenguaje sencillo de Shakespeare: “No soy orador como Bruto”.
Escriba: “El que habla no es lo que puede llamarse un adepto a la
profesión de la oración, lo que puede decirse del señor Bruto”.
En vez de escribir con
concisión: “Las fechas de varias observaciones son dudosas”.
Escriba: “Empero, se debe mencionar que en el caso de varias observaciones
hay lugar para una duda considerable respecto a la exactitud de las fechas en
que aquéllas fueran realizadas”.
En vez de escribir en forma razonable: “Ocurren cambios excepcionalmente
rápidos en el país”.
Escriba: “Ocurren
en el contexto del país cambios que son verdaderamente excepcionales respecto a
la rapidez de su acontecimiento”.
En vez de escribir sin
dramatismo: “Aparecerán dificultades matemáticas y de observación”.
Escriba: Se
encontrará dificultades formidables tanto de tipo matemático como
observacionales.
La palabra caso...
En vez de escribir:
"Dos comunidades cambiaron con rapidez”.
Escriba: "Hay dos casos en los cuales las comunidades cambiaron con una
rapidez considerable”.
En vez de escribir:
"Tres grupos tienen ingresos inferiores al ingreso medio”.
Escriba: “En tres casos el ingreso de los grupos es inferior al ingreso
medio”.
Inmaculada precisión de
observación y cálculos extremadamente delicados... Esto probará al instante un
mundo imponderable, etéreo. Nuestras acciones serán grandiosas. Qué bueno que
nunca cese la energía pulsante del gran dinamo proveedor de la vida que hay en
el cielo. Bueno es también que nos encontremos a una distancia segura del
flameante remolino en el cual la Tierra podría caer, como una pelusa
estremecida, en las brasas ardientes de un gran fuego.
No revise
Escriba
apresuradamente, de preferencia cuando esté cansado. Hágalo sin plan, escriba los puntos conforme se le
ocurran. Jamás rescriba o redacte más de una vez el mismo texto. Así, el
artículo será espontáneo, y pobre. Entregue su manuscrito en el momento de
terminarlo. Releerlo pocos días después podría llevarlo a correcciones que rara
vez empeoran el escrito.
Si usted proporciona su
manuscrito a colegas (una mala práctica), no preste atención a las críticas y
comentarios. Más tarde, resista toda sugerencia del editor. Debe ser fuerte, no
deje que nadie doblegue su personalidad. El crítico trata de molestarlo por
algún motivo oculto inconfesable: la probabilidad que tiene de mejorar su
escrito es tan grande que debe estar siempre en guardia.
Sugerencia final para
una mala redacción: no lea.
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